El sábado después de ir a jugar una pachanga con los de la pandilla, Miguel y yo nos fuimos a tomar unas pintas. El resto estaban liados con temas del trabajo o habían quedado ya con las novias, así que los únicos solteros de oro nos lanzamos a la aventura. Quien dice aventura, dice Shoreditch. No es mi zona favorita de Londres y no suelo ir mucho por allí (será que me estoy haciendo mayor y tanto rollo trendy y toda esa actividad me cansan), pero el otro día nos apetecía un cambio de aires. Puede que también tuviera algo que ver que Miguel quisiese bucear un poco entre las jovencitas, a ver qué pescaba...
Desde mi conversación con Anna hace unos días me siento mucho mejor conmigo mismo, pero también con ella. Me veo más seguro, como más contento. Es raro, pero me apetece volver a verla y no precisamente para acostarme con ella. Me he sorprendido a mí mismo sonriendo al pensar en dormir con ella. Evidentemente, no pienso decírselo. Ni a ella ni a nadie. Tengo mi reputación, ¿no? Parece que estas semanas son las de las revelaciones. Miguel es un tío muy directo, así que el sábado aprovechó que estábamos a solas para preguntarme sin rodeos qué siente uno cuando tiene impotencia, a nivel físico y a nivel emocional, claro.
Para empezar, te sientes inseguro e indefenso, raro porque no sabes qué pasa exactamente y tu cuerpo no te responde. Sientes el mismo deseo sexual, las mujeres te ponen y estás excitado, pero cuando intentas penetrarla fallas una y otra vez. Cuando por fin lo consigues, no es lo de siempre y te frustra todavía más. Es tan surrealista que eres capaz de tener una erección cojonuda cuando te masturbas y, sin embargo, fallar cuando estas con una mujer. Y solo intentas disimular para que ella no se dé cuenta. Finges que estás agotado, que mejor solo dedicarse a un trabajito manual rápido y hasta la próxima. La impotencia sexual es una montaña rusa o, mejor dicho, una ruleta rusa. ¿Queda claro, Miguel?
Estoy leyéndote con mucho interés. Escribís magníficamente, además del marketing, deberías escribir. Tu escritura es fluida, tiene humor y franqueza, eso no es habitual en el esquema masculino. Sigo leyéndote y te agradezco. Espero que la pesadilla haya disminuído.
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