jueves, 26 de septiembre de 2013

"Not just a moment"…


Está demostrado que la publicidad ha sido siempre cosa de mujeres. No el hacerla, me refiero, sino el recibirla. Si os paráis a pensar en las grandes campañas de antes, la mayoría estaban pensadas para un público mayoritariamente femenino. Los mensajes medio cursis y sentimentaloides, los estereotipos de una vida ideal en familia, hasta los colores utilizados transmitían ese rollo. Todo tenía una explicación, claro. Se consideraba que eran ellas las que compraban, las que llevaban la cartera al mercado y las que se encargaban de elegir hasta la ropa de sus maridos. Así que, ¿para qué dirigirse a ellos cuando no pintaban nada? Bueno, tampoco era para tanto. Lo que pasa es que a los hombres nos dedicaban otro tipo de anuncios más "importantes" y serios, destilando testosterona por los cuatro costados y masculinidad a chorro. Tíos fumando, mascando chicle como cowboys, ligando con mujeres-objeto de lujo… Todo cambió con el auge de los metrosexuales y esa especie de ambigüedad que tanto se lleva ahora, pero eso ya es harina de otro costal. 

Como veis, hoy tengo la vena marketiniana funcionando a pleno rendimiento. Estoy con un tema nuevo y necesito un brain storming conmigo mismo. Hasta para planear banners hay que pensárselo muy mucho y me he dado un respiro para actualizar el blog mientras tanto. Se me han venido a la cabeza dos campañas geniales que he visto este año. En principio no tendrían por qué haber sido virales teniendo en cuenta el tema que promocionaban, pero al final han conseguido que todo el mundo hable de ellas. ¿Quién podría haber imaginado que acabaríamos hablando del cáncer de próstata y la eyaculación precoz como si fuesen la cosa más moderna del mundo? Pues lo hemos hecho, aunque solo sea por toda la parafernalia que se han montado los publicistas en torno a este tema. Lo de "Movember" ha sido brillante. ¿O no? Supongo que muy poca gente sigue sin saber todavía a estas de qué iba el rollo originalmente, pero la imagen en sí ha dejado huella. Miles y miles de tíos luciendo mostacho como si les fuese la vida en ello, logos en camisetas, en postales, en auriculares, etc. Durante meses y meses hemos estado viendo bigotes exagerados por todas partes. Entre Movember y el movimiento hipster, parece que el pelo está de moda. Pobre Beckham & co… 

La otra campaña me ha tocado la fibra sensible porque me cogió en pleno caos de mi diagnóstico de impotencia y estaba rebotado con el mundo en general. "Not just a moment" fue como verme en un espejo, más o menos. Resulta que a la Sociedad Europea de Medicina Sexual se le ocurrió la genial ideal de intentar sacar a la eyaculación precoz del armario. He visto artículos que dicen que hasta una tercera parte de los hombres podemos llegar a tener problemas de este tipo y que, sin embargo, muy pocos se atreven a buscar ayuda médica. Así que supongo que se dijeron: "vamos a echarle un cable a estos pobres chicos" y se pusieron manos a la obra. Menos mal que esta vez decidieron pasar de Pelé y buscaron a un famoso algo más actual. Jacques Villeneuve se prestó a ser su imagen y un montón de celebrities internacionales se pusieron en la foto con él. Detrás estaba la farmacéutica Menarini (era de esperar), pero como campaña tengo que decir que es eficaz. Ruido ha hecho, y mucho. Un día de estos me monto yo una sobre el tratamiento para la impotencia. 

martes, 24 de septiembre de 2013

El Rey pasa por el taller... otra vez


Lo de la alta política española es un sinvivir. La verdad es que antes leía los periódicos de vez en cuando, pero ahora lo hago más a menudo. Aunque solo sea por la intriga de ver cómo va la historia con Bárcenas o si ya han enchironado a Urdangarín o no, vamos. La Familia Real es todo un filón en este sentido. Es que no hay día en que no nos sorprendan con alguna historia nueva. ¡Quién los ha visto y quién los ve! Si yo me acuerdo de mi abuela, que veneraba al Rey como si fuese un santo o un caballero andante. Le gustaba  todo de él, hasta sus andares. Lo veía tan galante, tan serio, tan campechano y tan buen tío que a su lado Franco era como el patito feo. Y eso que mi abuelo había servido en la Guerra en el bando nacional, no os creáis.

Lo que han cambiado las cosas. Ayer estuve viendo en streaming las noticias de la noche en "La Sexta" y me sorprendió lo viejo que está el Rey. Lo veo incluso hinchado, con un color de piel poco natural. Ya sé que éstas son las típicas cosas en las que se fijan las tías, pero yo soy muy observador. Al fin y al cabo, me dedico a planificar campañas de marketing, así que se supone que tengo que tener un buen ojo para identificar oportunidades de mercado y ver qué quiere o necesita la gente. Y, a veces, en eso importa más un gesto o una expresión que todo lo que las palabras puedan decirnos. Pues eso, que yo al Rey lo veo un poco de capa caída. A lo mejor es que le pesa la corona, tanta cacería en Botswana o los enanos que le crecen en el jardín de la Zarzuela. O será que se está haciendo mayor y ya no está para tanta marcha como dicen. Me hace gracia lo mucho que su perfil me recuerda a una caricatura. Es que los Borbones han nacido para ser carne de cañón, de viñeta cómica o satírica. A nada que le pintes una nariz un poco más larga, ya tienes todo un personaje de humor. Tampoco es que ayude su tono de voz  y ese deje gangoso. 

Y ahora vuelve a ser noticia porque tiene que operarse de nuevo. ¿Cuántas van ya? ¿100? En la Seguridad Social deberían darle un diploma al paciente más fiel, con su foto para la prensa y todo. O darle un cupón de descuento para su próxima operación. Bueno, tampoco es que se lo merezca del todo. Al fin y al cabo tira bastante de clínicas privadas. Además, el cirujano que va a operarle hoy viene exclusivamente desde Estados Unidos para él. Eso sí que es tener privilegios y el resto son tonterías. De algo tiene que servir ser rey, aunque sea en pleno siglo XXI y ya no tengas súbditos sino conciudadanos más que rebotados contigo y toda tu familia. Pues resulta que se le ha complicado la recuperación de la última intervención y le han aconsejado que pase otra vez por quirófano. A ver si a la segunda va la vencida. Mientras tanto, el pobre del Príncipe deshoja la margarita pensando si llegará o no a suceder a su padre. Yo creo que a Letizia le haría mucha ilusión verse enfundada en el papel de reina… consorte. La sonrisa de porcelana ya la tiene. Queda simplemente que ponga en práctica el resto del papel (sea lo que sea que se espera de ella). 

jueves, 19 de septiembre de 2013

¿Por qué nos importa tanto el sexo?


Llevo una semana sin hacerlo. Una semana sin sexo. Siete días. Me siento totalmente apático, así que tampoco es que lo eche de menos. Ni tan siquiera me apetece masturbarme. Solo quiero estar solo y de pasar de todo. No tengo ganas de ir a ninguna parte y he vuelto a ponerme a fondo con el trabajo otra vez. Estoy a pleno rendimiento, pasando las noches en vela porque no consigo dormir más de unas cuatro horas seguidas. Incluso he vuelto a hacer cosas como freelancer simplemente para no tener tiempo a rallarme. Me siento muy quemado de repente, como si todas las tensiones que he ido acumulando en años hubieran explotado en mi cerebro.  

Creo que necesito desconectar del sexo y de todo lo que me recuerde a ello. Tampoco es que ahora mismo esté pensando precisamente en irme de clubbing en busca de un rollo de una noche. Si quisiera eso, lo tendría y sería demasiado fácil. Una temporada en el dique seco suena como música celestial para mis oídos. Pienso en Anna a menudo, tengo que reconocerlo. Me gusta Anna, tanto físicamente como su personalidad. Es una mujer madura, decidida, pero no ha perdido ese punto de ternura que algunas a los 35 ya no tienen ni por asomo. Sé perfectamente que si yo no fuese como soy, podríamos llegar a funcionar. La cuestión es precisamente que yo soy como soy y en este momento no soy capaz de centrarme en lo nuestro. Entre la terapia, lo de la impotencia, los nervios y el trabajo estoy hecho polvo. Estoy cansado de que mi vida gire en torno a mi erecciones. No quiero seguir hablando de ello, no quiero pensar en ello, no tengo ganas de seguir adelante con el tratamiento. Me da pereza seguir yendo al psicoterapeuta. Si el sexo no fuese tan importante, seguro que no tendría ningún problema.

Para un hombre es un tema de vida o muerte el funcionar bien en la cama. Vale que las mujeres se preocupen siempre por su aspecto y que tenga una lista infinita de complejos de lo más estúpido sobre los quilos, los michelines, el tamaño de su pecho, etc. Pero reconozco que los tíos no nos quedamos atrás en ralladuras. No os voy a negar que yo soy el primero que se preocupa por su rendimiento en el sexo. Para mí ha sido un tema esencial durante mucho tiempo y no cambié de opinión hasta que empecé a ir al psicólogo por lo de la impotencia. De todas formas, creo que todavía me queda mucho camino por recorrer. Stephen solía decir que el sexo ocupaba una parcela demasiado grande en mi vida. Por eso necesito demostrarme a mí mismo que puedo vivir sin él y olvidarme así de mis propias obsesiones. 

martes, 17 de septiembre de 2013

Ya no necesito Cialis para la impotencia


Ésa es la frase que llevo meses deseando escribir en este blog. La putada es que ahora que lo hago, no me siento en absoluto aliviado. En realidad, si no estoy tomando últimamente Cialis es porque no lo necesito… por falta de ocasión. Lo he dejado con Anna y, para ser sincero, ni pizca de ganas tengo de sexo. No me reconozco. ¡Quién me iba a decir que necesitaría una temporada en el dique seco! Desde que se marchó de casa hace unos días no he vuelto a tener noticias suyas. Ayer al final me tragué el orgullo y la llamé por la tarde, pero me salió su buzón de voz y pasé de dejarle un mensaje. La echo de menos. Puede que la mejor solución sea dejarlo ahora antes de que las cosas se compliquen todavía más. No quiero darle esperanzas o pedirle cosas que yo no estoy dispuesto a darle a ella. 

Sexo, sexo, sexo. Hasta ahora me ha servido para descargar tensiones y alimentarme el ego, pero ya no quiero nada de eso. A estas alturas, me he dado cuenta ya de que la vida no es solo cuestión  de vivir al límite siempre y quemar hasta el último cartucho sin pensar en nada más. Lo he hecho durante años y me ha dado buenos resultados, está claro. He disfrutado lo que he podido y querido, he gastado mucho dinero y he probado cualquier cosa a mi alcance. Drogas, bebidas, sexo, viajes, ropa, caprichos… todo eso ha estado al alcance de mi mano desde que me decidí a ser el tipo que siempre había soñado. Querer es poder, así que supongo que no he hecho nada excepcional. Tan solo me he centrado en triunfar a todos los niveles. Cuando me paro a pensar en todo lo que he conseguido siento vértigo. Es que asusta ver lo lejos que he sido capaz de llegar. No me extraña que muchos hayan visto en mí a un rival más a que a un amigo. En realidad es lo que he sido. Un tiburón para muchos compañeros, aprendiendo al máximo de ellos para luego pasarles por encima. 

Me siento agotado. No me identifico con esa imagen de mí mismo que he estado cultivando desde hace tiempo. Anna me ha enseñado una cara de mí que no conocía. Supongo que eso me ha asustado, pero no sé si he hecho bien al cortar con ella. Necesito tiempo para mí, para pensar en todo lo que tengo y todo lo que quiero en este momento en mi vida. Creo que es la primera vez que me siento un poco perdido, sin saber muy bien por dónde tirar. Lo último que me preocupa ahora mismo es la impotencia. Que se me levante o no parece una chorrada cuando en realidad me siento desmotivado para el sexo. Últimamente he estado más cansado de lo normal y puede que este estrés raro que tengo encima me esté afectando demasiado. No lo sé, pero estoy seguro de que no puedo seguir así. Tampoco quiero que Anna pague los platos rotos. Lo que tenga que pasar, pasará. Mientras tanto, Cialis se queda en el cajón de los medicamentos. A la espera de mejor oportunidad...

jueves, 12 de septiembre de 2013

Tomándome un respiro...


y no precisamente para comerme un Kit-Kat, como en el anuncio de hace unos años. Lo mío es ya deformación profesional. No dejo de pensar en campañas de publicidad e historias de marketing hasta cuando estoy jorobado (autocensuro la palabra que realmente tengo en la boca ahora mismo). La cuestión es que ya llevo unos días diciéndoos que me siento bastante bajo de moral otra vez. No sé, es una sensación que me agobia porque no estoy acostumbrado a estar mal. Normalmente suelo controlar bastante mis emociones y no soy de los que pierden el tiempo en ralladas inútiles. La cuestión es que desde hace unos meses me noto más blando, como vulnerable. Es difícil de explicar, creedme. Pensaba que era por el estrés, pero puede que sea algo más. Es que no es normal en mí que no duerma bien durante noches y noches sin tener ningún proyecto grande entre manos o cuando todo en teoría parece irme bien. 

Me siento también más irritable, con tendencia a cabrearme a la mínima. Es que estoy a la que salgo. En la oficina tengo que controlarme mucho para no contestarle alguna bordería a mis compañeros. Si conocierais a algunos de ellos me daríais la razón. Son absolutamente desquiciantes e inútiles. Será que no tienen demasiada experiencia todavía y que muchos acaban de salir de la universidad y se creen que van a comerse el mundo en el primer mordisco, pero a veces me siento como el abuelo pasado de moda. Y eso que solo tengo cuarenta y tantos. Pero en este mundo si no te mantienes al día y te vas actualizando, rápidamente te conviertes en un dinosaurio inútil. Esta semana estoy tranquilo, empezando a establecer contactos con una empresa internacional que está interesada en nuestros servicios. Estamos negociando condiciones y perfilando la campaña, así que por ahora no me he puesto a fondo. Eso tocará en los próximos días. De todas formas, tengo más o menos perfilado el concepto. 

El trabajo es lo único que me mantiene a flote. He discutido con Anna. En realidad yo he hablado y ella se ha callado, con lo cual ha sido una especie de "crisis Juan Palomo". Yo me la he guisado y ella se la ha comido. La verdad es que no tengo muy claro cómo empezó todo, pero de repente estábamos teniendo una conversación muy seria sobre nosotros. De hecho, creo que fue la primera vez que hablamos de "nosotros" como tal, en plan pareja. Le dije que estaba cansado, que quería estar solo y que lo último que necesitaba era tener a alguien que dependiese de mí. No es que piense que ella es mi responsabilidad, pero estar juntos exige implicación, compromiso, cosas que a veces no estoy seguro de querer o poder darle. Y se me fue de las manos. Acabé diciéndole que no teníamos ninguna relación, que lo único que me interesaba de ella era el sexo y punto. A ella se le llenaron de lágrimas los ojos y no supo qué contestar. Solo me pidió perdón por haber sido una molestia para mí y se fue. Me quedé con mal cuerpo, pero no quise salir corriendo tras ella. Habría sido demasiado peliculero. Esperaré un tiempo antes de llamarla. 

martes, 10 de septiembre de 2013

¡Vaya decepción con los Juegos Olímpicos de Madrid 2020!


El verano se ha ido al garete en Londres. Después de tres meses de buen tiempo casi continuo, parece que volvemos ya a la lluvia clásica. El sábado por la tarde lloviznaba y yo no estaba de muy buen humor, así que me quedé en casa sin ningún plan especial. Me dediqué a relajarme sin hacer nada en concreto, en plan couch potatoe (que dicen los ingleses). Estuve viendo un par de capítulos de "Orange is the new black" en streaming porque una compañera del trabajo me había hablado muy bien de ella. Sinceramente, no me parece nada espectacular. Los primeros dos episodios son entretenidos y consiguen engancharte, pero luego el tercero pierde un poco la chispa. Habrá que ver cómo sigue… Como me estaba cansando de ver la serie, me pasé a la tele por cable. De repente me acordé de que era la noche de la elección de la sede de los Juegos Olímpicos del 2020. No es que me pudiese el sentimiento patriótico, pero tenía curiosidad por saber si Madrid conseguiría batir a Estambul y Tokio. En las últimas semanas las ediciones digitales de los periódicos españoles no hablaban de otra cosa. No sé si en España se vivía con tanta intensidad, pero daba la sensación de que las Olimpiadas eran el centro del universo. 

Supongo que a pesar (o a causa) de la crisis, la corrupción, el paro y compañía, muchos habían puesto sus esperanzas en el empujón económico que todos dicen que trae este tipo de eventos internacionales. Entre inversiones públicas, subvenciones varias, la financiación privada y el aumento del turismo, algunos se estaban ya frotando las manos con el panorama que se avecinaba. Está claro que en economía no solo se mira el corto plazo, sino también el largo. ¡Y tanto! Estamos en 2013 y ya nos habíamos montado el cuento de la lechera a 7 años vista. Dicen que España es el país de la pandereta y las castañuelas, que somos optimistas por naturaleza y que tenemos tendencia a ser positivos. Puede ser que mi yo british le esté ganando el paso al español, pero no tengo mucho que ver con ese estereotipo. Soy un luchador, un ganador nato, pero tiendo a ponerme siempre en lo peor para luego poder llegar a lo mejor. 

Creo que los responsables de la candidatura estaban demasiado seguros de su triunfo. Después de haber contratado a un equipo de expertos en organización de eventos, se veían ya con el pebetero a tiro de piedra. Alejandro Blanco y el COE parecían estar agitando ya la bandera blanca con los cinco aros. Y Ana Botella no cabía en sí de gozo. De ser la "señora de" a convertirse en la cabeza visible del éxito olímpico de Madrid 2020. Las batallitas que se traen entre la alcaldía y el gobierno regional parecían haber quedado aparcadas por unos días. Como el paréntesis del Kit-Kat, todo eran sonrisas y palmaditas en la espalda. Al final, Madrid cayó en la primera ronda eliminatoria. Y lo hizo nada más y nada menos que frente a Estambul. Y luego llegó el fin de fiesta: Tokio había sido la ciudad elegida. No es que me alegre de que no hayan elegido a Madrid como sede, pero creo que era necesaria una cura de humildad. Después de tanto insistir y tanta cabezonería con infraestructuras varias que luego solo se usan una vez al año (¿qué decir de la súper Caja Mágica?), puede que sea momento ahora de replantearse la estrategia. ¿No sería mejor invertir ese dinero en políticas de empleo? Al final los Juegos Olímpicos serán como Eurovisión: sin alianzas no se gana. 

jueves, 5 de septiembre de 2013

¿Se puede ganar dinero con un blog como éste?


Ya sabéis que cuando mi terapeuta, Stephen, me sugirió que creara un blog anónimo para desahogarme  y hablar de mi problema sexual sin tener que dar la cara no lo veía demasiado claro.  La verdad es que nunca me había llamado la atención tener una página personal. Me paso unas 18 horas -como mínimo- pegado a mi tablet, al Mac, al iPhone consultando analíticas, tasas de conversión, porcentajes de rebote, etc. como para apasionarme con un proyecto a mayores. Pero como el tío insistió y formaba parte de su idea del tratamiento, acabé por hacerle caso. Todavía recuerdo lo desganado que me senté delante del ordenador una mañana de jueves (que es cuando voy un poco más libre) para empezar a escribir sobre mí. Me costó Dios y ayuda, por no decir otra cosa. Desde fuera parece muy sencillo. Al fin y al cabo lo único que tienes que hacer es contar lo que se te pasa por la cabeza, ¿no? Pero de eso nada. Se necesita un plan, una idea, una historia que contar. Tampoco sirve con soltar la primera chorrada que se te viene a la cabeza (aunque yo a veces reconozco que lo hago).

Lo del blog tengo que reconocer que me está resultando muy útil a nivel personal. No sé si conseguirá algún día que recupere mis erecciones al 100%, pero puedo decir que en parte soy un hombre nuevo. Es como un refuerzo de la terapia conductual. Está claro que no puedo tener a un psicólogo disponible para mí 24/7 (que dicen los ingleses), así que el poder canalizar mis sensaciones a través de esta página semi-anónima es una buena solución para no tener que tragarme mi propia mierda. Estoy tan satisfecho con este proyecto de blog que me quedé bastante sorprendido hace unos días al recibir una oferta de una empresa online. Resulta que me presentaban una estrategia según la cual puedo sacarle una tajada nada despreciable a mi página cada mes. Evidentemente, no me coge de sorpresa este tipo de propuestas porque me muevo en este terreno. Pero como nunca me había planteado el blog en términos de rentabilidad, reconozco que ni había pensado en ello.

Ahora tengo sobre la mesa la oferta en cuestión y tengo que decir que me lo estoy pensando muy seriamente. Rentabilizar un blog no es nada difícil si uno se lo monta bien. La manera más fácil de conseguirlo es haciendo afiliación. Para que lo entendáis mejor: se trata de convertirse en una especie de página subcontratante de la principal. Diriges tráfico desde la tuya a la suya y recibes comisiones variables en función del volumen de visitas y/o de ventas que les consigas. Vamos, que es como sentarse en el sofá de casa y ver la vida pasar mientras alguien va llenando tu hucha poco a poco. El trato sería que yo siga con la misma línea de artículos que llevo ahora, hablando de mí mismo, de cómo me siento y de la evolución de mis problemas de erección. ¿De dónde sale entonces la pasta? Pues de la colocación de banners en mi blog. Yo promociono de forma indirecta sus productos y ellos me destinan un porcentaje de los ingresos que consigan. No creáis que me estoy vendiendo. Solo quiero jugar bien mis cartas. 

martes, 3 de septiembre de 2013

Todo el mundo tiene sus fantasías sexuales, ¿no?


Tengo más de cuarenta años. A estas alturas, muchos esperarían de mí que hubiese formado una familia, que disfrutase de mis vacaciones en una playa pedregosa del sur de Inglaterra y me sentase cada noche a ver la televisión con una birra en la mano. La cuestión es que no soy precisamente el tío más estable emocionalmente, durante años he estado dedicado en exclusiva a hacerme un nombre profesional y no me interesan los compromisos. He ido saltando de una "relación" a otra sin demasiada dificultad. Cuando he estado solo es porque así me lo he propuesto. Y es que, en general, las mujeres no suelen resistírseme. Me he trabajado todo un currículo en encuentros esporádicos, citas sin futuro y ligues de una noche (o dos). El sentir la libertad de controlar dónde y cuándo, cómo y qué quieres sin tener que implicarte nunca es increíble. He tenido ocasión de poner en práctica fantasías de lo más locas. Y todo porque sabía que no implicaban nada más, que ellas se irían en cuanto acabásemos y que no tendría que preocuparme por cómo se sentían con respecto al ritmo que yo imponía. 

Cuando era un adolescente, mi madre intentó inculcarme que debía tratar a las mujeres como si todas y cada una de ellas fuese mi propia hermana o ella misma. "Nunca les hagas nada que no quisieses ver en alguien de tu sangre", me decía cada vez que me cogía por banda. Y, en general, sigo su consejo al pie de la letra. Aunque a veces me puede más el egoísmo y las ganas. Mi prioridad ha sido mi propio placer, relajarme y no pensar en nada después de haberme pasado todo el día con el cerebro a 3.000 revoluciones. Ahora parece que me estoy reconvirtiendo. Es el "efecto Anna". Sin presionarme, va enseñándome otra forma de vivir el sexo. Eso sí, mi vena más morbosa no me la quita nadie. Siempre he sido muy curioso en la cama y me encanta probar cosas, inventarme posturas o llevarlas hasta el límite. Supongo que todo el mundo tiene sus fantasías sexuales, pero en mi caso más que fantasías son realidades. Nunca me he quedado con las ganas de intentar algo. Cuando algo me interesa, lo hago. 

Una de mis primeras fantasías sexuales era participar en un trío. Ya sé que no es nada del otro mundo, pero por aquel entonces yo era todavía un crío. Una noche loca en una discoteca, conocí a dos amigas. Empecé a tontear con una de ella, pero la otra también me ponía mucho. Así que me dije "¿por qué no?" y al final de la noche les dije si querían ir a tomar algo al piso de un amigo mío. Ellas se intercambiaron una mirada cómplice y dijeron que sí, claro. Y me lo monté con las dos. La verdad es que me lo pasé de miedo, aunque reconozco que disfruto mucho más los tríos con otro hombre y una mujer. Es como una lucha primitiva por ganarse a la hembra, me pone muchísimo. Otra fantasía era eyacular en la boca de la chica tras una buena felación. También es básica, lo sé. Pero es de lo más excitante. La última que he puesto en práctica es ser penetrado por una mujer. ¿Pensáis que es imposible? Eso es porque no conocéis todas mis fantasías y perversiones…