Ya
sabéis que cuando mi terapeuta, Stephen, me sugirió que creara un blog anónimo
para desahogarme y hablar de mi problema
sexual sin tener que dar la cara no lo veía demasiado claro. La verdad es que nunca me había llamado la
atención tener una página personal. Me paso unas 18 horas -como mínimo- pegado
a mi tablet, al Mac, al iPhone consultando analíticas, tasas de conversión,
porcentajes de rebote, etc. como para apasionarme con un proyecto a mayores.
Pero como el tío insistió y formaba parte de su idea del tratamiento, acabé por
hacerle caso. Todavía recuerdo lo desganado que me senté delante del ordenador
una mañana de jueves (que es cuando voy un poco más libre) para empezar a
escribir sobre mí. Me costó Dios y ayuda, por no decir otra cosa. Desde fuera
parece muy sencillo. Al fin y al cabo lo único que tienes que hacer es contar
lo que se te pasa por la cabeza, ¿no? Pero de eso nada. Se necesita un plan,
una idea, una historia que contar. Tampoco sirve con soltar la primera chorrada
que se te viene a la cabeza (aunque yo a veces reconozco que lo hago).
Lo del
blog tengo que reconocer que me está resultando muy útil a nivel personal. No
sé si conseguirá algún día que recupere mis erecciones al 100%, pero puedo
decir que en parte soy un hombre nuevo. Es como un refuerzo de la terapia
conductual. Está claro que no puedo tener a un psicólogo disponible para mí
24/7 (que dicen los ingleses), así que el poder canalizar mis sensaciones a
través de esta página semi-anónima es una buena solución para no tener que
tragarme mi propia mierda. Estoy tan satisfecho con este proyecto de blog que
me quedé bastante sorprendido hace unos días al recibir una oferta de una
empresa online. Resulta que me
presentaban una estrategia según la cual puedo sacarle una tajada nada
despreciable a mi página cada mes. Evidentemente, no me coge de sorpresa este
tipo de propuestas porque me muevo en este terreno. Pero como nunca me había
planteado el blog en términos de rentabilidad, reconozco que ni había pensado
en ello.
Ahora
tengo sobre la mesa la oferta en cuestión y tengo que decir que me lo estoy
pensando muy seriamente. Rentabilizar un blog no es nada difícil si uno se lo
monta bien. La manera más fácil de conseguirlo es haciendo afiliación. Para que
lo entendáis mejor: se trata de convertirse en una especie de página
subcontratante de la principal. Diriges tráfico desde la tuya a la suya y
recibes comisiones variables en función del volumen de visitas y/o de ventas
que les consigas. Vamos, que es como sentarse en el sofá de casa y ver la vida
pasar mientras alguien va llenando tu hucha poco a poco. El trato sería que yo
siga con la misma línea de artículos que llevo ahora, hablando de mí mismo, de
cómo me siento y de la evolución de mis problemas de erección. ¿De dónde sale
entonces la pasta? Pues de la colocación de banners en mi blog. Yo promociono
de forma indirecta sus productos y ellos me destinan un porcentaje de los
ingresos que consigan. No creáis que me estoy vendiendo. Solo quiero jugar bien
mis cartas.
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