Siempre me he considerado un tío de mente abierta porque así me educaron mis padres. Es lo que tiene ser hijo de una pareja de pseudo-hippies melenudos reconvertidos en honorables ciudadanos de clase media. Nunca he juzgado a nadie por lo que hace de puerta adentro y mucho menos por sus tendencias sexuales. ¡Estaría bueno! Yo he probado muchas cosas y de todo he aprendido, así que no soy el más indicado para criticar a nadie. Por eso nunca entenderé la obsesión yankee por clasificar a todo el mundo. Si tienes una amante y eres el Presidente de los Estados Unidos, estás acabado. Y si ella ha guardado como oro en paño los vestiditos con manchas de tu semen, eres un cadáver político. Me pone enfermo ese rollo tan hipócrita, fingiendo que todo el mundo vive el american dream y tiene una vida estándar y perfecta. No me extraña que los que no encajan en ese parámetro tengan miedo a reconocerlo. Puede que no te tiren piedras, pero hay insultos que duelen lo mismo.
Me llama la atención la eclosión de deportistas homosexuales en activo que se ve últimamente. Bueno, tampoco es que se estén pegando leches para salir todos a la vez del armario. Solo lo han declarado públicamente dos, pero entre 0 y 2 media todo un abismo en este tema. De negar que existiesen gays en los vestuarios a reconocerlo con orgullo, puede decirse que algo está cambiando. Robbie Rogers, el de los Galaxy, no es que sea un fenómeno jugando al fútbol, pero para mí ya se ha ganado el aplauso solo por lo bien puestos que ha demostrado tenerlos. Después de esconderse, se ha dado cuenta de que la vida así no tiene sentido. También está Jason Collins, de la NBA. De todas formas, ¿por qué importa tanto la sexualidad de un deportista? Yo lo vería normal si fuesen acompañantes profesionales y en la tarifa incluyesen sexo. Pero, sinceramente, no veo la necesidad de convocar una rueda de prensa para tranquilizar al personal y prometer que cuando estás en el vestuario no miras con intención a nadie.
Ahora que empieza a normalizarse el tema gay en el deporte, a lo mejor se animan otros a contar sus intimidades. ¿Cuándo tendremos al primer futbolista impotente de la historia? ¿Y al primer tenista eyaculador precoz? ¿Dirá alguno que sufre gonorrea? ¿O preferirán callar y seguir aprovechándose del aura de superhéroes que les da su condición de estrellas mediáticas? Sinceramente, me cuesta un huevo imaginarme a Beckham diciendo que a veces no se le levanta. Aunque en su caso. y con la mujer tan petarda que tiene, hasta lo entendería…
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