Reconozco
que en el sexo, como en muchas otras facetas de mi vida, soy un egoísta. Bueno,
por lo menos lo he sido hasta ahora. No he tenido relaciones largas y siempre
me han interesado los contactos esporádicos que implicaban más bien poco. No
voy a entrar ahora en psicoanalizar mi comportamiento, básicamente porque no se
me da nada bien hacerlo y para eso ya le pago a Stephen. Ya sabéis lo que opina
él de todo esto: necesito reeducación emocional. A parte de eso, mucha teoría
difícil de resumir en un solo post.
Supongo
que por todo eso me he quedado bastante alucinado cuando el otro día me encontré
con un artículo algo antiguo ya que explicaba que la falta de deseo en la mujer
es cada vez más frecuente. Y resulta que la causa suele ser la pareja. O sea,
el hombre en letras mayúsculas. Ni era consciente de que existiese una
enfermedad diagnosticada como tal, si soy sincero. Siempre he pensado que lo de
“mira, es que hoy no me apetece mucho” era la muletilla que todas usaban para
decir muy sutilmente aquello de “paso de ti, chaval”. Pero se ve que no en
todos los casos. Al seguir leyendo descubrí que ellas padecen disfunciones
sexuales igual que nosotros, pero que normalmente son más complejas. ¡Cómo no!,
si tenemos en cuenta que somos más simples que el mecanismo de Chupa-Chups (o eso dicen los clichés,
¿no?). Las hay de cuatro categorías: del deseo, de la excitación y las otras
dos no me acuerdo ahora mismo. Lo que viene a querer decir que a lo mejor la
mujer sí está excitada y, sin embargo, tiene problemas de lubricación que hacen
que le duela el coito. O que ha sufrido algún trauma anterior que le impide
relajarse y disfrutar de ser penetrada. La más simple de las disfunciones es la
del deseo inhibido. El clásico “me duele la cabeza”, pero elevado a la potencia
de problema clínico. Pues dicen que son las hormonas, que disminuyen con la
edad, las que hacen que a muchas les falten las ganas a la hora del sexo.
Aunque, por no variar, nosotros también tenemos mucho que ver.
Los hombres
podemos causar que las mujeres pierdan interés por mantener relaciones
sexuales. Si hay problemas de pareja, por ejemplo, ellas pueden sentirse
bloqueadas emocionalmente. Y aquí viene lo mejor: la impotencia o la
eyaculación precoz en el varón puede desencadenar hastío y hasta depresión en
la mujer. Yo pensaba que el problema me afectaba solo a mí y voy y descubro que
puedo llegar a causarle un daño a mi chica a nivel sexual. Stephen me había
convencido de que la impotencia es mejor hablarla, pero pensé que se refería a
mi necesidad de apoyo y comprensión. Nunca pensé que ella también necesitase
que yo me curase.
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