jueves, 18 de abril de 2013

Sigo preguntándome por qué



Ayer me llamó Anna al salir del trabajo. Dijo que tenía ganas de verme y que, si no estaba muy liado, podríamos ir a tomar algo a algún sitio por el centro. Nos va bien a los dos, a medio camino entre su piso y mi loft.  Así es como solemos hacerlo normalmente. Unos compañeros de la oficina me habían estado hablando por la mañana de un local muy cool y trendy cerca de Oxford Circus, así que quise dármelas de moderno y la invité allí. Nos encontramos en la estación del metro y en menos de 5 minutos estábamos ya en el Dirty Martini. Tiene su punto, sí. Pero para ser sincero no es que me fijara demasiado en la decoración del local. Con la italiana tenía suficiente material. Siempre me ha resultado sexy, pero no es lo que se suele decir un cañón. Anoche estaba fantástica. Y cuanto más la miraba, más flashes se me venían a la cabeza. 

¿La llevo a mi casa o nos vamos cada uno por nuestro lado? ¿La acompaño a su piso en plan caballero? En general no me gusta dejar la pelota sobre el tejado de las tías, no vaya ser que me hagan la cobra y me quede sin plumas y cacareando. Si uso bien mis cartas soy muy consciente de que llevo las de ganar. Normalmente, claro. Por eso siempre controlo la situación con un cierto margen de anticipación. Me la jugué y la invité a irse conmigo, sabiendo que si la cosa no marchaba tendría que acabar dándole boleto en plena noche. Había intentado controlarme con las copas para que el alcohol no perjudicara al soldadito en la batalla. Un par de vinitos para acompañar al cóctel de marisco y eché el freno. 

No voy a entrar en detalles, que aunque esté usando un pseudónimo sigo siendo un caballero, pero fue más que bien. Me sentí como hace tiempo que no lo hacía. Reconozco que estaba un poco nervioso cuando empezamos a enrollarnos. Tanto, que me temblaban un poco los dedos al desabotonarle la blusa, pero ella siguió sonriendo como si nada. Un encanto de chica, esta Anna. Y cuando noté que mi erección empezaba a crecer me vine arriba como un campeón. Tenía tantas ganas de penetrarla que me costaba centrarme solo en los prolegómenos. De todas formas, fui generoso y la hice disfrutar lo suyo. Hoy estoy más animado. ¿Y si lo de la impotencia solo era transitorio? He visto en algún sitio que a veces se da en tíos jóvenes, pero se pasa. Con un poco de suerte, dentro de nada ya no habrá motivos para que siga haciendo esto. Que conste que empieza a gustarme lo de escribir y tal, ¡eh!

No hay comentarios:

Publicar un comentario