Hace tiempo que mis amigos están intentando que me pase al poker online. De hecho, durante unas semanas no hacían más que hablarme de las timbas en las que estaban entrando. Al principio era gracioso, pero luego ya se les veía tanto el pelo que empezaron a cansarme. No es que yo tenga nada en contra de las partidas de poker online, pero, sinceramente, no creo que sean lo mío. En mi época de universitario jugaba día sí, día también. Cada vez que teníamos un rato libre o nos fumábamos una clase de Estadística, nos íbamos a la cafetería de enfrente y sacábamos la baraja. Llegó un momento en que estábamos tan viciados que nos picábamos entre nosotros. Vamos, que el buen rollo del principio se esfumó. Incluso soñaba con partidas, imaginándome lo que podría hacer con determinadas manos de cartas.
La cuestión es que cuando nos licenciamos, perdí la afición. Estaba tan cansado ya de estudiar y tenía tantas ganas de comerme el mundo que solo quería sacarme de encima la etiqueta de universitario. Supongo que no fui demasiado legal con mis amigos cuando decidí darles de lado porque la mayoría no tenía las mismas ambiciones que yo. Corté con mi vida de estudiante de forma radical y el poker entraba en el lote. Por eso no he vuelto a jugar en años. Yo soy así, si hay algo que me trae malos recuerdos o me hace sentir culpable, lo saco de mi vida. Radicalmente.
Por eso me molesta que me insistan para que me enganche a las timbas online. No quiero recordar tiempos pasados. Soy otra persona, soy un hombre adulto. Además, no tengo tiempo como para engancharme a partidas de Internet. Cuando no estoy enfrascado en algún proyecto, prefiero hacer algo de vida social. No soy de ésos que se quedan en casa con las persianas bajadas y dándole al ratón en plan compulsivo. Lo que más me sorprende es que, hablando con los chicos sobre este tema han llegado a reconocerme que son capaces de pasar de sus novias por estar en la mesa final de un torneo. Vamos, que por mucho que ella esté a tono y se esfuerce, no hay tu tía. No, si al final los estereotipos no irán tan desencaminados y los hombres resultaremos ser algo simples. Como los que dicen que serían capaces de renunciar a todo un año de sexo si les garantizasen que así aprenderían inglés.